La terapia familiar postula que ni las personas ni sus problemas existen en el vacío, sino que ambos están íntimamente ligados a sistemas más amplios, de los cuales el principal es la familia.
Como consecuencia se precisa tener en cuenta el funcionamiento familiar de conjunto y no sólo el del paciente identificado o portador del síntoma.
Las familias pueden acudir a terapia cuando se ven impotentes ante sus problemas a pesar de los esfuerzos realizados para solucionarlos.
El terapeuta familiar se convierte en una persona que asiste a la familia en momentos de crisis, razón por la cual es sumamente importante que observe las facetas fuertes y los recursos que poseen sus miembros para generar un cambio y por tanto una solución a su problema.
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