1 de agosto de 2013

¿QUÉ ES LA TERAPIA FLORAL DE BACH?


Se le llaman Flores de Bach, a las 38 esencias naturales extraídas de flores silvestres de los campos de la región de Gales, que tienen la capacidad de armonizar los estados emocionales del ser vivo, y que fueron descubiertas por el Dr. Edward Bach entre los años 1926 a 1936. 

Esta terapéutica se basa en la  concepción de que los desequilibrios emocionales, si se mantienen en el tiempo, producen bloqueos, interferencias, alteraciones en nuestro sistema energético vital, y dan lugar a la aparición de las enfermedades. Por tanto, para conseguir la sanación, es imprescindible armonizar estos estados emocionales en desequilibrio. 

Bach tipifica 38 estados emocionales en desequilibrio, y así mismo, descubre 38 elixires florales que tienen la capacidad de armonizar dichos desequilibrios potenciando, por la ley de polaridad, la virtud opuesta al desequilibrio emocional. 

Mecanismo de Acción 

Las esencias florales son preparados vibracionales que conservan la cualidad energética de una flor determinada. Vibracionalmente hablando, la flor en plena floración, es la manifestación máxima de la energía de la planta. Es en la flor, donde está la semilla que después vuelve a la tierra para regenerarse de nuevo. 

La función de una esencia floral, es la de entrar en resonancia con el sistema energético vital de la persona, con el fin de restablecer el flujo energético allí donde se alteró, como consecuencia de un conflicto emocional.




Edward Bach

Fue un médico homeópata y bacteriólogo de gran prestigio (1886-1936). Compartía con Hipócrates y Paracelso la idea de que existía una relación directa entre emoción y enfermedad. Cuando conoció a Hanemann, quedó impresionado por su obra y esto le llevó a convertirse en un extraordinario homeópata de afamada reputación (descubrió los siete nosodes de Bach, relacionados con la toxemia intestinal que todavía se utilizan en la actualidad). 

No obstante, Edward Bach no estaba del todo satisfecho con la medicina que practicaba, pues estaba convencido de que tenía que existir un tipo de medicina que no produjera ningún sufrimiento en el ser humano.  

Su deseo de encontrar una forma de sanación que no fuera agresiva, sino benigna y sutil; la certeza de que este sistema de sanación tenía que contemplar la vertiente espiritual y emocional del ser humano, y la intuición de que dicho método de sanación tenía que encontrarse en la naturaleza, le empujaron a abandonar un futuro (aparentemente muy prometedor) y recluirse en los campos de Gales.

Allí fue donde desde 1926 a 1936, descubrió todo un sistema de sanación inspirado en las flores del campo. Una semana antes de morir dijo “mi obra ha terminado”. Murió apaciblemente mientras dormía.



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