El proceso de sanación, según Edward Bach pasará por:
1. Tomar consciencia de la divinidad que hay en nosotros y por tanto, del poder para superar las
adversidades.
2. Entender que la causa básica de la enfermedad obedece a la falta de armonía entre la personalidad y el
alma.
3. Tener la voluntad y la capacidad de descubrir el defecto causa del conflicto.
4. Suprimir ese defecto desarrollando la virtud contraria
La
enfermedad es una palabra que sólo debería tener singular; decir enfermedades,
en plural, es tan tonto como decir saludes. Enfermedad y salud son conceptos
singulares, por cuanto que se refieren a un estado del ser humano y no a
órganos o partes del cuerpo, como parece querer indicar el lenguaje habitual.
El cuerpo nunca está enfermo ni sano ya que en él sólo se manifiestan las
informaciones de la mente. El cuerpo no hace nada por sí mismo.
Para
comprobarlo, basta ver un cadáver. El cuerpo de una persona viva debe su
funcionamiento precisamente a estas dos instancias inmateriales que solemos
llamar conciencia (alma) y vida (espíritu). La conciencia emite la información
que se manifiesta y se hace visible en el cuerpo. La conciencia es al cuerpo lo
que un programa de radio al receptor. Dado que la conciencia representa una
cualidad inmaterial y propia, naturalmente, no es producto del cuerpo ni depende
de la existencia de éste.
Lo
que ocurre en el cuerpo de un ser viviente es expresión de una información o
concreción de la imagen correspondiente (imagen en griego es eidolon y
se refiere también al concepto de la «idea»). Cuando el pulso y el corazón
siguen un ritmo determinado, la temperatura corporal mantiene un nivel
constante, las glándulas segregan hormonas y en el organismo se forman
anticuerpos. Estas funciones no pueden explicarse por la materia en sí, sino
que dependen de una información concreta, cuyo punto de partida es la
conciencia.
Cuando las distintas funciones corporales se conjugan de un modo
determinado se produce un modelo que nos parece armonioso y por ello lo
llamamos salud. Si una de las funciones se perturba, la armonía del conjunto se
rompe y entonces hablamos de enfermedad.
Enfermedad
significa, pues, la pérdida de una armonía o, también, el trastorno de un orden
hasta ahora equilibrado (después veremos que, en realidad, contemplada desde
otro punto de vista, la enfermedad es la instauración de un equilibrio). Ahora
bien, la pérdida de armonía se produce en la conciencia, en el plano de la
información, y en el cuerpo sólo se muestra.
Por consiguiente, el cuerpo es
vehículo de la manifestación o realización de todos los procesos y cambios que
se producen en la conciencia. Así, si todo el mundo material no es sino el
escenario en el que se plasman los pensamientos, las ideas, con lo que se hace visible lo invisible, también el cuerpo material es el escenario en el que se
manifiestan las imágenes de la conciencia.
Por lo tanto, si una persona sufre
un desequilibrio en su conciencia, ello se manifestará en su cuerpo en forma de
síntoma. Por lo tanto, es un error afirmar que el cuerpo está enfermo —enfermo
sólo puede estarlo el ser humano—, por más que el estado de enfermedad se
manifieste en el cuerpo como síntoma. (¡En la representación de una tragedia,
lo trágico no es el escenario sino la obra!)
(Tomado de Thorwald
Dethlefsen y Rüdiger Dahlke)
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